REFLEXION SOBRE EL DIA DEL IDIOMA

15.04.2013 15:29

 

He sido invitado a la celebración con que la Universidad Católica Raúl Silva Henríquez adhiere a las efemérides del día 23 de abril, fecha en que la Asociación de Academias de la Lengua Española, integrada por las veintidós academias de países hispanohablantes, incluidas la Academia de Filipinas y la de los Estados Unidos de Norteamérica, celebra el Día del Idioma. Por su parte, las bibliotecas y cámaras del libro de todos los países de la tierra festejan en esta misma fecha el Día Internacional del Libro y de los Derechos de Autor -declarado así por la UNESCO-. Cada 23 de abril se entrega, además, el Premio Cervantes de Literatura, máximo galardón de las Letras Hispanas, el que recayó este año en el poeta español Antonio Ga moneda, Premio que -como ya sabemos- recibieron en años anteriores los escritores chilenos Jorge Edwards y Gonzalo Rojas.

El motivo de tanto festejo es conmemorar a ese gran genio de la literatura española, Miguel de Cervantes -fundador de la novela moderna-. Pero aprovechemos esta oportunidad para conmemorar también al fundador del teatro moderno, William Shakespeare, ya que ambos fallecieron en esta fecha -un 23 abril de 1616-. Y como hispanoamericanos que somos, recordemos, ampliando este homenaje, al Inca Garcilaso de la Vega, nuestro primer escritor mestizo, quien murió asimismo un 23 de abril.

De modo queen esta fecha se conmemoran y celebran ambas lenguas -la española y la inglesa- y las creaciones literarias que en ellas se han producido y que continúan produciéndose con renovado impulso.

De la importancia del inglesen el mundo actual noes necesario insistir. Es el segundo idioma más hablado en el planeta y el primero de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas. Es la lengua que impera en el mundo de la empresa, de las multinacionales y de la ciencia y tecnología, y se ha convertido, de hecho, en la lengua franca para la intercomunicación de los pueblos.

Nuestra lengua o idioma español, más conocido entre nosotros como castellano, cuenta con cuatrocientos millones de hablantes, razón por la cual ha pasado a ser el cuarto idioma más hablado del mundo, detrás del chino, inglés e hindú;y es uno de los seis idiomas oficiales de las Naciones Unidas, junto al inglés, francés, ruso, chino y árabe.

Los datos anteriores nos muestran el proceso de expansión de nuestra lengua en el mundo actual y su vocación como lengua universal. Pero hay más, de todas las lenguas extranjeras que conviven en Estados Unidos, la nuestra es no solo el idioma más hablado, sino el más estudiado, el más oído por radio y televisión y el más leído en periódicos y revistas. También Canadá y Brasil se han abierto estos últimos años a la enseñanza del español, por lo que en este último país el espacio que ocupaban el italiano, el alemán y el francés está siendo asumido por nuestra lengua. Algo semejante está ocurriendo en el resto de los países de Europa: en Francia, en los Países Nórdicos, en los de la Cuenca del Mediterráneo: después del inglés, el español ha pasado a ser la lengua que más interés despierta y, por cierto, la más estudiada.

Somos, pues, millones de personas los que vivimos en español nuestra esencial dimensión humana, en una lengua cuya unidad, dentro de la más enriquecedora diversidad, se ve hoy asegurada, en gran parte por esos tres grandes códigos de carácter panhispanista como son, en primer lugar, sus diccionarios -el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española, que tiene en preparación la vigésima tercera edición; el Diccionario esencial del español, recientemente publicado; el Diccionario práctico del estudiante, con un sesgo por el léxico que aspiramos manejen, en forma activa y (o) pasiva, los estudiantes hispanoamericanos que egresan de Educación Secundaria; y el nuevo Diccionario panhispánico de dudas, obra de consulta publicado el 2005 y para el que ya está en preparación una segunda edición críticamente revisada. Esto, en lo referente a diccionarios, nuestro primer gran código. Pero no quiero dejar pasar la oportunidad de señalar que la Academia Chilena de la Lengua elabora actualmente, como su contribución a las celebraciones del Bicentenario de nuestra Independencia Nacional, un Diccionario de uso del Español de Chile.

En cuanto al otro gran código de carácter panhispanista, por ser obra en la que trabaja actualmente una comisión integrada por representantes de las diversas áreas lingüísticas del mundo hispánico, se trata de la g ramática que, con el nombre de Nueva gramática de la lengua española, ha sido recientemente aprobada por las veintidós Academias reunidas en la ciudad de Medellín, Colombia, y que esperamos esté en librerías los primeros meses del año 2008. Hay todavía un tercer código de la lengua, el que corresponde a la Ortografía, la que fue reeditada hace pocos años y para cuya actualización se ha nombrado una comisión interacadémica queelabora una nueva edición modificada, en la que se propone que haya convergencia con el Diccionario panhispánico de dudas y con la Nueva gramática déla lengua española, a la vez que mayor simplificación, más abundante ejemplrñcación representativa de todo el mundo hispánico y mejor exposición metodológica.

Pero ciertamente que la unidad de la lengua española se ve asegurada no solo por estos tres grandes códigos -diccionario, gramática y ortografía-. Contribuye también a ello el nivel de educación de los usuarios de la lengua, cada vez más alto, como asimismo los medios masivos de comunicación, de ahí su enorme responsabilidad en el uso modélico de la lengua y, principalmente, la voluntad de los usuarios de esta lengua transnacional y pluricultural, puesto que no queremos dejar de contar con ella como instrumento común de pensamiento, de comunicación y de creación. El trabajo mancomunado de la Asociación de Academias de la Lengua Española y del Instituto Cervantes, encargado este último de la enseñanza del español y que cuenta cada día con mayor número de instalaciones en los países más remotos de la tierra, contribuye también a asegurar esa unidad y, sobre todo, esa vitalidad expansiva.

Como sostuvo el rey de España, D. Juan Carlos de Borbón, en el acto de clausura del XIII Congreso Internacional de la Asociación de Academias de la Lengua Española que tuvo lugar el mes pasado en Colombia,: "El español es un instrumento para la paz y la solidaridad, la cooperación y el intercambio", palabras que sintetizan la voluntad política de nuestros pueblosy que encierran el profundo anhelo de la mayoría de sus usuarios para el español en su condición de lengua internacional: instrumento para la paz y la solidaridad, la cooperación y el intercambio.

Hasta aquíel motivo principal que nos convoca hoy: la celebración del Día del Idioma. Permítame la oportunidad para hacer a continuación una reflexión relacionada con la misión humanista que en el mundo de hoy tienen quienes se preparan para ser educadores, principalmente si lo son de lenguaje y comunicación y, en general, de disciplinas humanistas.

En mi opinión, la de Uds. es una situación de privilegio, puesto que por el hecho de ser alumnos de pedagogía y sobre todos en las disciplinas propias de la humanidades se preparan para una misión que es esencialmente humanista, en la cual el hombre no es solo referencia remota sino tema directo. Es esencialmente humanista, precisamente porque el núcleo fundamental de sus estudios de especialidad, desde los cuales y mediante los cuales se desempeñarán como profesores en un futuro próximo, es la palabra, la palabra hecha discurso y hecha texto, discurso y texto literario, lingüístico, filosófico, histórico, pedagógico, etc.

Estos estudios los pone a Uds. en situación de privilegio por el hecho de darles la oportunidad de prepararse para poder actuar, para desenvolverse profesionalmente en momentos especialmente críticos para la sociedad, la que necesita angustiosamente del humanismo, de un humanismo capaz de orientar la búsqueda de sentido para la existencia, cuya ausencia caracteriza estos tiempos de la llamada Posmodernidad. Ello implica un desafío y una aventura gigantescos, por los cuales vale la pena jugarse.

Detengámonos un momento a considerar los momentos críticos por los que atraviesa la sociedad contemporánea, los que se manifiestan también en datos y experiencias que vivenciamos a diario o de los que al menos leemos y escuchamos hablar constantemente. El hecho es que el hombre y la mujer de nuestros días se encuentran arrojados en un mundo que vive el fenómeno de la globalización económica e informática, con terribles y, en ciertos casos, irreparables daños ecológicos, marginación de inmensos sectores de la población mundial, conflictos bélicos permanentes en distintos puntos del planeta, etc., etc. Por lo que el hombre y la mujer de nuestros días, sin el contexto de un vínculo ético-político dador de sentido a la existencia, sometidos a un ritmo de vida enajenante, experimentan desamparo, soledad y una forma de relación cuyas características son la disgregación y la violencia. Presas fáciles del individualismo extremo, del egoísmo con su ilimitada aspiración de satisfacción, de la depresión y abatimiento por el sin sentido de sus existencias, se refugian en el hedonismo desintegrador, en la droga esclavizante y en la lucha desesperada por lograr, cualquiera sea el medio, el "éxito"económico, esto es, la "salida" hacia un consumismo cosificante.

El panorama resulta desolador y así presentado deja incluso lugar a que Uds. puedan pensar que exagero; pero el poeta y ensayista mexicano Octavio Paz, Premio Nobel de Literatura, no lo presenta mejor cuando afirma en su texto "El uso y la contemplación" lo siguiente:

"...si toda civilización termina en un montón de ruinas -hacinamiento de estatuas rotas, columnas desplomadas, escrituras desgarradas-, las de la sociedad industrial son doblemente impresionantes, por inmensas y por prematuras. Nuestras ruinas -continúa Paz- empiezan a ser más grandes que nuestras construcciones y amenazan con enterrarnos en vida".

Traigamos a la memoria ese hermoso ensayo titulado "Construir, habitar, pensar", en el que el filósofo alemán Heidegger sostiene que "...la condición humana reside en la habitación, en el sentido de que en cuanto mortales tenemos nuestra residencia en la tierra", debiendo sentirnos en ella en nuestra propia casa, a la vez protegidos y libres, experimentando sentimientos de alegría y paz. Pero esta tierra, nuestra tierra, únicamente puede ser nuestra habitación en tanto esté a salvo, cuidada y no sólo sustraída de un peligro, sino liberada, permitiendo que siga siendo lo que es o que vuelva a su propio ser.

Teniendo en mente las palabras recién citadas de Octavio Paz, lasque terminan afirmando que "Nuestras ruinas-las de la civilización industrial-empiezan a ser más grandes que nuestras construcciones y amenazan con enterrarnos en vida", escuchemos la invitación que hace Heidegger en el texto citado, señalando el camino que habría que seguir:

"Salvar la tierra es más que sacar un provecho de ella y, con mayor razón, más que agotarla. Quien salva la tierra no se convierte en su dueño, no la convierte en su subdita. Los mortales habitan en tanto acogen el cielo en cuanto a tal. Dejan que el sol y la luna sigan sus cursos y su camino los astros; dejan a las estaciones del año sus bendiciones y sus rigores; no hacen de la noche día ni del día una carrera sin tregua".

En efecto, los criterios predominantes en la sociedad industrial y post-industrial han sido hasta ahora hegemónicamente pragmáticos. De hecho se ha sobrevalorado uno de los dos hemisferios del saber y de la cultura, el de la ciencia y su aplicación tecnológica con miras al desarrollo material -saber del rendimiento en palabras de Max Scheler- sobre ese otro hemisferio, el de las humanidades y las artes.

Atendiendo a las consideraciones anteriores, podemos pues afirmar que la sociedad actual está a la espera de que un nuevo paradigma humanista y cultural se abra camino con el fin de poner al servicio del hombre ese otro paradigma, el de la ciencia y su aplicación tecnológica, cuyos aportes -aunque tan desigualmente distribuidos a lo largo y ancho del planeta- no se pueden desconocer.

Para realizar esta tarea, como estudiantes hoy y profesores de disciplinas humanistas el día de mañana, están Uds. invitados en forma especial, porque cuentan con una herramienta de trabajo inigualable, la palabra, la que por su carácter fundante constituye punto de partida para la cultura y para la humanidad. "En el principio era el Verbo...", sigue proclamando el evangelista.

Como bien sabemos, el lenguaje -instrumento de comunicación por excelencia- se encarna en las llamadas lenguas históricas, de las cuales la nuestra, la lengua castellana o española, corresponde a un patrimonio cultural que se caracteriza por ser a la vez plurinacional y multiétnico.

Ahora bien, tanto por el hecho de ser instrumento de comunicación como por constituir un patrimonio comunitario, la lengua es espacio de encuentro. En ella alcanzamos nuestra propia identidad personal y el reconocimiento de nuestra pertenencia a una comunidad.

Por otra parte, el lenguaje-siempre bajo la forma de lengua histórica-en cuanto signo comunicante y dador de sentido, desempeña un papel fundamental como generador y transmisor de cultura y como configu-rador de pensamiento. Cada lengua supone una categorización de la realidad extra ling dística, pues si bien, en tanto producto histórico ha sido forjada por la acción determinada de hombres situados en una realidad concreta y por ello su organización léxico-semántica y sintáctica responde a esa acción de generaciones sucesivas, en un momento dado, esto es, en el nivel sincrónico, se impone al individuo. Así, ella opera de lente, de prisma para recortar internamente la realidad y, en último término, para actuar sobre ella. En efecto, la lengua trasmite, refleja, orienta la manera de percibir la realidad, a la vez que es determinada por la experiencia no lingüística de la comunidad. Y en cuanto configuradora de pensamiento, opera como agente mediador entre una determinada experiencia y su estructuración conceptual y opera, además, como soporte de todas las posibilidades que el pensamiento puede desarrollar. De este modo, lengua, cultura y pensamiento se imbrican en un complejo juego de factores del que solo se conocen algunos elementos.

Si esto es así en el nivel de lengua como sistema, también en el empleo concreto que los usuarios hacen de ella -en el nivel del discurso como flujo continuo de habla, como secuencia de actos individuales- se mantiene la correlación entre lengua y cultura y entre lengua y pensamiento. Deaquíque la riqueza y propiedad del léxico empleado permita expresaren el hablanteoescritorydistinguiren el oyenteo lector, matices siempre más finos de la realidad, y acceder a ella en toda su complejidad, sin desvirtuarla. Asimismo, la acertada selección de la combinatoria sintáctica y su disposición de acuerdo con los recursos propios del nivel informativo que ofrece a los hablantes la lengua, posibilita expresar las múltiples formas posibles de relación que se dan entre las realidades, disponiendo la mente y la atención del oyente o lector para percibir y apreciar la realidad desde una determinada perspectiva.

Este enorme poder social del lenguaje, poder de influir en los otros, llegando incluso a su posible manipulación, conlleva un desafío y una responsabilidad para todos y, de modo especial, para quienes trabajan directamente con el lenguaje, profesores y comunicadores sociales.

Pero además de este poder social, la palabra en cuanto signo en uso tiene un inmensurable poder vivificante, fundante de sentido y vinculante con respecto a nosotros mismos, en nuestra propia identidad interior, en la propia mismidad de cada cual (caso de la palabra interior en la reflexión silenciosa) como, para desde allí, poder luego salir fuera, en actitud dialógica de apertura-respuesta, a establecer vínculos con el otro, transformándolo en "tú", entendido como copartícipe de una relación personal mutua, profundamente creativa y enriquecedora para ambos, (piénsese en la relación interpersonal como lo son las relaciones de amistad, de amor y la relación que se debe establecer para que haya verdadero proceso educativo, entre otras).

Sobre este doble poder propio del uso que hacemos de nuestra lengua y del que es tan necesario estar conscientes, deseo hacer una llamada de atención, pero entiéndase bien, no sobre el problema de los criterios de corrección en el uso de la lengua, que sabemos están ligados al cambio lingüístico y que tienen, por lo mismo, un carácter relativo, ya que lo incorrecto hoy puede no serlo mañana o viceversa, problema ante el cual cabe, como recomendación para el especialista y para el profesor, señalar que lo más adecuado es adoptar una actitud que no solo se limite a esperar un comunicación eficaz, sino que superando el nivel mínimo, plantee una actitud de exigencia, de opción por lo prestigioso y de búsqueda permanente de excelencia. Ciertamente que no es sobre esto sobre lo que deseo llamar la atención de Uds. El problema de fondo se refiere al uso que hacemos hoy de nuestra lengua, uso que adolece en general de pobreza en los planos léxico y sintáctico y de falta de rigor en el plano elocucional. Considero que éste síes un problema grave, porque concierne al núcleo de imbricación que existe entre lengua y cultura y entre lengua y pensamiento.

La pobreza léxica en el uso de la lengua recorta burdamente la experiencia extra lingüística, no dando cuenta de matices, distorsionando la realidad a la vez que simplificándola, condicionando así en el oyente o lector una percepción más bien pobre y burda de la realidad, lo que no favorece para nada el desarrollo de un espíritu crítico y alerta. La pobreza de recursos sintácticos, por su parte, también impide la captación de las distintas formas posibles de relación entre las experiencias que se comunican, expresadas a través de los distintos esquemas de relaciones sintácticas. Todo lo anterior lleva a mirar la realidad desde una sola perspectiva, manipulando, en cierta medida, involuntaria o intencionalmente, la mente de la audiencia. Estas formas de pobreza léxica y sintáctica implican, al menos, un reduccionismo tanto lingüístico como cognitivo altamente peligrosos. A lo anterior se debe agregar la falta de rigor en el plano elocucional, que significa muchas veces incongruencias, tautologías e incoherencias, que atentan contra la captación misma del mensaje.

A mi parecer, lo señalado en el párrafo precedente constituye el verdadero problema del uso deficiente que hacemos de la lengua en nuestro país y que implica peligros no solo para la lengua, sino para el conocimiento de la realidad. Esto es sin duda alguna, a mi juicio, mucho más grave que el problema de corrección o incorrección, entendidos en el sentido tradicional.

Finalmente, constituye también una gran responsabilidad y un gran desafío el problema que denuncia Octavio Paz en otro de sus ensayos, al afirmar que "...ahora se hace un uso inmoderado de las palabras para ocultar la pequeña y sórdida verdad que se esconde detrás de su grandilocuente mentir. Asfixiados por las grandes palabras, el hombre contemporáneo no repara en las pequeñas; quizá en ellas está la verdad de esta época de mentira y demagogia" (Cuestión de palabras: 361).

Ante esta situación denunciada por Paz, quedamos comprometidos todos los que nos especializamosy trabajamos con el lenguaje-lingüistas, literatos (creadores y críticos), profesores de lengua y comunicadores sociales, profesores en general y de disciplinas humanistas en particular-a realizar una tarea que, en sus propios términos, consistiría en "higienizar las palabras de la infección semántica que las aqueja". Tarea esta, urgente en nuestra América Hispana que lucha por definir su propia identidad y conquistar su propio ser, y que solo será posible si como usuarios cultos asumen Uds. la tarea de discernir los sentidos originarios de las palabras, si como creadores y críticos literarios se sirven de ellas como instrumentos que interpreten la mirada asombrada del primer día, y si como profesores de lengua materna y demás especialidades se comprometen responsablemente con los valores de la cultura humanista que hoy necesita nuestra sociedad.

Terminaremos esta intervención con una segunda cita del escritor mexicano Octavio Paz quien, refiriéndose a su patria, llegó a afirmar lo siguiente: "Cuando una sociedad se corrompe lo primero que se gangrena es el lenguaje. La crítica de la sociedad, en consecuencia, comienza con la gramática y con el restablecimiento de los significados" (Posdata: 76-77).

Porque nada sacamos con enorgullecemos de nuestro idioma, si no nos preocupamos de hablarlo bien. De hecho sería mucho más fácil la vida con un lenguaje correcto, sencillo, espontáneo que con un lenguaje grosero o pedante, puesto que, citando al filólogo y lingüista español ya fallecido, Fernando Lázaro Carreter,: "El control en el modo de hablares una forma de dominio de sí mismo".

Gracias

José Luis Samaniego Aldazábal
Secretario Academia Chilena de la Lengua
Decano Facultad de Letras
Pontificia Universidad Católica de Chile

Notas

Secretario Academia de la Lengua de Chile. Decano facultad de Letras UC. jsamaniego@uc.cl